Especialmente desde marzo de 2020, con la urgencia y la imposición del aprendizaje online o «a distancia», por causas relacionadas con la COVID-19, se extiende y banaliza la innovación en educación. Se asocia con la idea de aprender online por ser algo tecnológico y valioso por ser «diferente». El riesgo es reducir «innovación educativa» a «aprender online» o a aprendizaje no presencial.
Aunque hablemos de «clase online», esta no puede corresponderse sin más con «innovación educativa», por mucho que queramos simplificar o estemos ansiosos de «modernidad». Porque en educación, no todo lo nuevo es innovador, sino más bien un lastre, si no viene a aportar nada realmente efectivo.
Una clase online que reproduce tal cual un modelo tradicional está condenada al fracaso. Lo más probable es que provoque la inseguridad o incluso la sensación de frustración del profesorado, ante la duda de si alguien le atiende al otro lado de la pantalla. Los docentes pueden pasar de pedir silencio en sus clases «tradicionales» a pedir a los alumnos y alumnas que hablen, para asegurarse de que siguen ahí.
En realidad, la innovación educativa debería entenderse como un viaje deseable, necesario y coherente, pero mucho más complejo que un cambio de formato o la aplicación sin más de la tecnología. La innovación requiere la implicación de toda la comunidad educativa, con el protagonismo de los docentes.
La verdadera llave de la innovación educativa
Entendamos la innovación educativa como un viaje deseable, necesario y coherente, pero siempre condicionado por el buen hacer de los docentes. De hecho, muy por delante de las recomendaciones de las leyes educativas, se ponen en práctica en miles de aulas desde hace mucho tiempo planteamientos innovadores.
La verdadera clave de la innovación en educación no es otra: los cambios sólo pueden surgir de la práctica diaria del docente cualificado y con recursos. Son únicamente ellos y ellas la verdadera llave para innovar en la experiencia real de aula.
Sólo ellas y ellos pueden también protagonizar la necesaria aplicación «natural» de la tecnología en el aprendizaje. Son los docentes quienes pueden transformar su interacción con el alumnado y también la interacción entre los propios alumnos y alumnas. También son los profesores y profesoras quieres pueden seguir avanzando hacia una educación activa y transformadora, desde principios de cooperación e inclusión.
Iniciativas de la Administración, como el caso del Plan Innova, destacan desde su concepción el papel de los docentes innovadores, que reflexionan sobre su labor y comparten sus experiencias.
Algunos ejemplos de propuestas innovadoras
Entre los modelos, propuestas o metodologías más o menos activas, que enmarcan los procesos de aprendizaje innovadores en miles de aulas pueden destacarse:
- Aprendizaje basado en proyectos
- Flipped classroom o aula invertida
- Design Thinking o pensamiento de diseño
- Aprendizaje-servicio
- Aprendizaje basado en retos (ABR)
- Comunidad de aprendizaje
- Aprendizaje basado en problemas (ABP) o problem-based learning
- Modelo mixto, híbrido, semipresencial o B-learning
- Aprendizaje colaborativo
- Aprendizaje cooperativo (diferenciado precisamente del colaborativo por el papel que adopta el docente)
- Enfoque educativo STEM
- Método Fontán
- Gamificación
- Visual Thinking
- Método Montessori
- Crowdsourcing
- Método Waldorf
Pero tantos y tantos anglicismos tampoco significan nada, si no se dan dentro de un «ecosistema de aprendizaje» y se combinan dentro de un planteamiento global. Existen cada vez más casos de agrupaciones de centros y de centros individuales que llevan a cabo iniciativas innovadoras desde ese enfoque global. Podrían citarse casos como el de la Fundación Jesuitas o la Red de escuelas públicas para la renovación pedagógica de Mallorca.
El ecosistema necesario para la innovación
Atendamos a la evolución de las clases y a la aplicación inteligente de la tecnología mediante la puesta en práctica real por parte de los docentes de nuevos enfoques, estrategias o metodologías. No nos quedemos con cambios en el canal o el formato o con pretensiones de reforma o innovación a través de cambios impuestos por la legislación.
No es fácil y no siempre es posible, pero innovar, sea cual sea la estrategia, requiere sobre todo del entorno adecuado en el que:
- el docente esté motivado, reconocido, formado y empoderado para definir un planteamiento integral en el que se apliquen diversas prácticas innovadoras
- se cuenta con los recursos y herramientas necesarios para que puedan llevarse a cabo proyectos educativos abiertos y realmente flexibles
- el currículum se centre en el desarrollo de competencias
- se apliquen modelos de evaluación coherentes con estos planteamientos flexibles
- todo esté cohesionado a través de la tecnología educativa, como medio y no como fin
- se fomente la autonomía y la participación de alumnos y alumnas a través de la confianza
- se enriquezca la experiencia de aprendizaje con el trabajo colectivo, por medio de la cooperación
- participe toda la comunidad educativa